Gracia inocente con la que mueve sus manos al hablar.
Delicadeza con la que curva sus labios al sonreir.
Sin detener sus ojos de detallar mis imperfecciones...
Acusándome de ser el hombre más bello del mundo...
Cuando claramente sólo lo soy para él...
Y el hermoso es él.
Ligeramente pálido, coloración de su pureza oculta.
Con un andar desequilibrado que para mí es recordatorio de lo frágil que es.
De espalda ancha, perfecta para rodear mis brazos por ella y así cumplir con la satisfacción de darle mi protección en un abrazo.
Piel suave que se hiela cuando mis labios la rozan.
Pensamientos duros que con acciones contradictorias ocultan su verdadera Gentileza.
Suavidad.
Protección.
Fragilidad.
Pureza.
Belleza.
Detallista.
Delicadeza.
Gracia.
Ese es el hombre que amo.
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