Ir al contenido principal

Vehemencia - Luis González

Tus besos ahora saben diferente, saben a necesidad.
Esa misma necesidad que sentía yo al verte a lejos y no poder acercarme a tocarte como antes.
Al saludarte con un abrazo y no querer soltarte nunca.
Al voltear a mirarte y que tú no lo estés haciendo igualmente.
Al tenerte cerca y no poder jugar con mis manos mientras nadie lo nota, pero tú lo haces.

Dolía.
Dolía tanto como podía doler.
Dolía verte cruzar el pasillo y sonreir a todos pero no a mí.
Dolía imaginar lo que podías haber hecho con otros.
Dolía despertar en las mañanas y no tener la seguridad de verte durante el día.
Dolía no poder escaparnos juntos.

Sencillamente dolía, por que no podía hacer más que sentir.
Sentir que el tiempo corría lento por que aún no te veía.
Sentir que el aire escapaba de mi cuando dirijías esos ojos atacandome por que te dolía mi presencia.
Despues de todo sentir es lo que siempre he hecho.
Y sentir es lo que siempre haré por tí.

Por que te has convertido en mi necesidad.
Por que así como tiemblas ahora mientras me besas, así temblaba yo mientras lloraba.
Se siente bien tenerte de nuevo.

Y esa ansiedad me ahoga.
Me ahogan las emociones que vuelvo a sentir.
Me ahoga saber que es cuestión de minutos para volver a estar separados.
Me ahogan los recuerdos de situaciones similares ahora.

Tu y yo.

Juntos.

Por que los esquemas de este escrito no tienen ni pie ni cabeza, tal como nosotros en esa habitación.
A ambos nos dolía no haber estado juntos más.
A ambos nos dolía estar juntos y no estar seguros de ello.
A ambos nos dolía lo que sentíamos.
Por que las inseguridades nos abollaron.

Lágrimas cruzan mi rostro.
No sé realmente por qué.
¿Felicidad?
¿Excitación?
¿Tristeza?
¿Anhelo?

Prometiste que ese sería el mejor día de mi vida.
Claro, estabamos juntos cuando lo hiciste.
Aún así, ahora que no lo estamos, cumpliste tu promesa.

Esa intensidad con que me besas.
Ese dolor con que me besas.
Ese miedo con que me besas.
Esa culpa con que me besas.
Ese amor con que me besas.
Ese anhelo con que me besas.

El sabor no es diferente me doy cuenta ya.
Sólo hay más sabores involucrados.

No puedo sacarme ese día de la cabeza.
No puedo sacarte nunca de mi cabeza.
Y ahora yo me pregunto...
¿Qué viene después?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Intenso - Luis González

Te ha pasado que deseas tanto a alguien qué en una misma habitación, ambos estan tensos por querer saltar encima del otro y literalmente besarlo hasta que sangre. Y cuando por fin se presenta una luz verde para la situación lo único que hacen por minutos es verse mutuamente a centimetros, respirando forzado, temblando y con una ansiedad que te carcome por dentro. A la espera que uno haga un movimiento para saltar sobre el otro como leones en caza y devorarse sin piedad hasta no poder respirar, hasta que la erección comienza a doler por la presion.  Hasta que las gotas de sudor comienzan a caer bañandolos a ambos, haciendo crecer todo lo que esta surgiendo, hirviendo lentamente hasta que el calor los consume. Y con ese mismo calor quieren ser consumidos y devorados porque nuevamente son uno. Pero recuerdan que afuera les estan esperando y que han tardado demasiado y no quieren levantar sospechas. No se pierde tiempo alguno, pues las ropas siguen donde estuvieron en un principio, per...

Apogeo - Luis González

Convencido me postro ante el océano en la tarde. Convencido lucho contra el miedo a lo que aquellas aguas puedan ocultarme. Convencido que el azote marino no podrá superarme. Inútiles esfuerzos por flotar.  Inútiles brazadas por salir.  Inútiles bocanadas de aire por vivir. Inútil es mi vida al terminar.  Inútil es entre las brazas del mar.